divendres, 5 de desembre del 2014

Una Macedonia de Experiencias...

El curso siguiente (porque en la vida de un maestro todo gira en cursos escolares, no en años XD), descubrí que todo seguía igual que no se me presentó ninguna oportunidad de estar en un centro, por lo que volví a trabajar de camarera y dar clases de inglés a un grupito pequeño. Me sirvió para ir entrando en materia (programaba, creaba materiales lúdicos...) y me consta que les gustaba y apendieron bastante.
Después tenía varios alumnos de clases de apoyo en general y... bueno, fue un año normal. Lo especial llegó cuando terminó el curso y comenzamos la escuela de verano en casa.

ESCUELA DE VERANO

Eran 6-8 niños de entre 11 y 13 años. Para ellos preparé una programación ambiciosa que llevaba una parte de repaso general, otra de inglés, otra de juegos lúdicos y otra de ejercicio y juegos al aire libre.
En este mes, descubrí qué hacer y qué no hacer en una escuela de verano.

Mi objetivo era (un poco demandado por los padres) que mantuvieran y subieran el nivel. Yo sabía que era peligroso, veníamos cansados de un año de luchay era lo que menos les apetecía. Las primeras semanas aún tenían la motivación de la novedad, pero pronto comenzaron a cansarse, así que bajé el ritmo, sabiendo que no cumpliríamos con lo previsto y no acabaríamos el libro, pero que todo iría mejor.

Así, me di cuenta, que los padres, lo único que hicieron fue transmitirme el miedo que tenían ellos y yo, en vez de darme cuenta y percatarme de la situación, accedí, poniendo a los niños en segundo plano. Al entrar en materia, me di cuenta de mi fallo y para no dejar los libros sin completar ni cansar a los niños, llevamos la programación a la mitad de contenidos y aumentamos la parte lúdica. Les gustaba y motivaba. Aproveché para trabajar su rama artística, que parece que en primaria se va olvidando....Y no me refiero a aprender a dibujar un bodegón, si no a darles pincel, pinturas, esponjas, rodillos y una cartulina, para que creen y construyan en ese folio con todo el material, lo que les surja, que expresen y desbloqueen conflictos internos.

Concluí, que hay que tener cuidado de no imponer a los niños las consecuencias de los miedos de los padres y hay que saber explicarles la situación según la ves como profesional. También, que en verano, la parte académica es algo ligero y que ha de primar el ocio, el agua y el sociabilizarse... ya que las mejores aventuras con amigos nuevos, son siempre en verano.

Durante esa escuela de verano empecé una nueva aventura que aún casi 2 años después, aún sigo en ella y que me ha aportado mucho. Os la cuento en la siguiente entrada ;P

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